La historia de la informática está llena de nombres que resuenan con innovación y visión, pero pocos son tan emblemáticos como el de Grace Hopper. Descubre la historia de Grace Hopper, una figura clave cuyo ingenio y determinación transformaron la forma en que interactuamos con las máquinas. Su legado va más allá de la creación del lenguaje COBOL; es la historia de una pionera que se atrevió a desafiar los límites de lo posible en un mundo dominado por hombres y códigos indescifrables.
Imagínate un mundo donde programar un ordenador era como resolver un jeroglífico arcaico. En ese contexto, irrumpió Grace Brewster Murray Hopper, una matemática y militar estadounidense que no solo simplificó el lenguaje de las máquinas, sino que también acuñó un término que hoy es parte fundamental del vocabulario informático: el «bug». Pero Hopper fue mucho más que una anécdota curiosa. Fue una visionaria cuyo trabajo sentó las bases de la programación moderna y cuyo legado perdura hasta nuestros días.
Uno de los episodios más recordados de su vida, y que contribuyó a su leyenda, involucra a un insecto real. Mientras trabajaba en un ordenador Mark II, Hopper y su equipo encontraron una polilla atrapada en un relé. Con humor y perspicacia, la pegaron al cuaderno de bitácora con una nota que decía: «First actual case of bug being found» («Primer caso real de ‘bug’ encontrado»). Si bien el término ya existía, este incidente lo catapultó a la cultura popular de la informática.
Desde temprana edad, Grace demostró una curiosidad insaciable. Una anécdota cuenta que, con tan solo siete años, desarmó siete despertadores para comprender su funcionamiento. Este afán por entender el mundo que la rodeaba la impulsó a estudiar matemáticas y física en Vassar College, y más tarde a obtener un doctorado en Yale. A pesar de los obstáculos, como ser rechazada inicialmente por la Marina debido a su bajo peso, Hopper nunca se rindió. Su carrera fue un ejemplo de tenacidad y rebeldía ante las normas establecidas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Hopper se unió a la Marina y fue destinada al Computation Project de Harvard, donde trabajó en el Mark I, uno de los primeros ordenadores electromecánicos. Fue allí donde se sumergió por completo en el mundo de la programación y comenzó a vislumbrar un futuro en el que las máquinas pudieran entender un lenguaje más cercano al humano.
Hopper creía firmemente que la programación no debía ser una tarea exclusiva de matemáticos. En una época en la que los ordenadores solo entendían secuencias de números, ella propuso que se pudieran dar instrucciones en inglés. Esta idea revolucionaria la llevó a crear un compilador, una herramienta que traduce un lenguaje humano a código de máquina. Su primer compilador, el A-0, fue desarrollado en 1952, pero al principio nadie le prestó atención. ¡Imagínate! Le decían que los ordenadores solo podían hacer aritmética.
Su visión y persistencia dieron sus frutos con el desarrollo de FLOW-MATIC, uno de los primeros lenguajes de programación que utilizaba palabras en inglés. De ahí nació COBOL (COmmon Business-Oriented Language), un lenguaje diseñado para aplicaciones empresariales. En 1959, Hopper participó como asesora técnica en el comité que creó este nuevo lenguaje, que sigue siendo fundamental en sectores como la banca y la administración pública. COBOL encarnaba la filosofía de Hopper: acercar la programación a un público más amplio y adaptar las máquinas a las personas.
El incidente de la polilla en el Mark II en 1947 no solo popularizó el término «bug», sino que también se convirtió en un símbolo de la importancia de la atención al detalle y la perseverancia en la resolución de problemas. A partir de ese momento, hablar de «bugs» y «debugging» se volvió parte del día a día de la programación. El cuaderno original con la polilla pegada se conserva hoy en el Smithsonian, en Washington, como un objeto casi mítico de la historia de la informática.
A lo largo de la historia de la informática, han surgido numerosos errores que han tenido consecuencias devastadoras. Desde la sonda Mariner 1, destruida por un simple error de transcripción, hasta el bug Heartbleed, que expuso millones de datos personales, estos fallos nos recuerdan la importancia de un desarrollo de software riguroso y una validación exhaustiva.
Los errores informáticos se clasifican en dos grandes categorías: errores de compilación y errores en tiempo de ejecución. Comprender las causas de estos errores, desde fallos de sintaxis hasta desbordamientos de pila, es fundamental para prevenir problemas mayores y garantizar la estabilidad de los sistemas.
Hopper fue ascendida al rango de contralmirante en 1983, un logro excepcional para una mujer en su época. Tras su retiro de la Marina en 1986, continuó inspirando a nuevas generaciones como asesora en Digital Equipment Corporation y como oradora en universidades y congresos. Siempre vestía su uniforme de la Marina y utilizaba pedazos de cable de 30 cm para explicar la importancia de la velocidad en los ordenadores.
En sus propias palabras: «Lo más importante que he hecho, más allá de construir el compilador, ha sido formar a gente joven. Les digo: ‘Pruébalo’. Y les respaldo. Necesitan eso». Grace Hopper falleció el 1 de enero de 1992, pero su legado continúa vivo en universidades, eventos internacionales de informática y tecnologías que utilizan compiladores inspirados en su visión.
Grace Hopper no solo transformó el modo en que interactuamos con las máquinas, sino que también democratizó el acceso al conocimiento técnico. Su historia es un recordatorio de que las ideas más innovadoras nacen cuando nos atrevemos a desafiar los límites y a pensar fuera de la caja.
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