Domina el Presente: Estrategias para Combatir la Ansiedad y Vivir Plenamente - universe4men

Domina el Presente: Estrategias para Combatir la Ansiedad y Vivir Plenamente

La ansiedad, ese molesto compañero de viaje, puede robarnos la capacidad de disfrutar de las cosas más bellas de la vida. A menudo, nos impide aprender a vivir en el presente, sumiéndonos en una constante preocupación por el futuro y sus posibles escenarios. Es un desafío constante, pero uno que vale la pena enfrentar.

Por eso, luchamos por dejar de lado la obsesión por lo que *podría* pasar o lo que *podría* haber sido, aunque resulte complicado. El presente, ese instante fugaz entre el pasado y el futuro, es lo único que realmente existe en este momento. Y esa, precisamente, es la primera verdad que debemos abrazar.

Los expertos insisten en la importancia de cultivar nuestra capacidad de atención. ¿La razón? Esta habilidad nos permite concentrarnos en lo que está sucediendo ahora mismo, ayudándonos a experimentar el presente en lugar de distraernos con el futuro o rumiar sobre el pasado. Al elegir dónde enfocamos nuestra energía, podemos sentirnos más vivos y conectados con la realidad que nos rodea: el sonido del viento, las sonrisas de la gente, el aroma del café recién hecho…

Para fortalecer nuestra atención, existen ejercicios sencillos pero efectivos. Uno de ellos consiste en imaginarnos realizando una actividad y concentrarnos en los detalles. Por ejemplo, visualizarnos en un concierto, prestando atención a las expresiones de alegría en los rostros, la letra de las canciones o el sabor de la bebida que tenemos en la mano. ¡Las posibilidades son infinitas!

Escoger a qué prestamos atención es, en esencia, un acto de admiración hacia la vida y una oportunidad para vivir en el presente, dejando a un lado las ansiedades del futuro y los fantasmas del pasado.

Además de entrenar nuestra atención, existen otros trucos que pueden ayudarnos a disfrutar del ahora. Aunque parezca contradictorio, uno de ellos es establecer límites, no en lo que hacemos, sino en *cuándo* lo hacemos.

Por ejemplo, es probable que haya una tarea que estemos postergando, ya sea por falta de motivación o porque simplemente no nos apetece. En ambos casos, fijar una fecha límite puede ser de gran ayuda. Esto nos permite organizarnos y, en lugar de pasar semanas con la ansiedad de tener que hacer algo, nos obliga a abordarlo en un momento específico, nos guste o no. Al sumergirnos en esa tarea hasta olvidarnos de todo lo demás, también estamos viviendo el presente.

En este contexto, no podemos ignorar el *mindfulness*, íntimamente ligado a la capacidad de atención que mencionábamos antes. Esta práctica nos invita a fijarnos conscientemente en los pequeños detalles, arraigándonos en el presente y permitiéndonos aprovechar cada segundo del día. No es necesario buscar un entorno natural; a veces, basta con prestar atención al agua que resbala por nuestro cuerpo en la ducha.

Asimismo, en un mundo saturado de compromisos y obligaciones, es fundamental priorizar. Hay tareas que quizás no sean relevantes en un momento dado y que podamos posponer para más adelante. Aceptar más de lo que podemos manejar nos impide disfrutar plenamente de lo que hacemos en cada instante.

Todas estas prácticas, al leerlas juntas, pueden parecer abrumadoras. Sin embargo, una vez que empecemos a ponerlas en práctica, se integrarán de forma natural en nuestra rutina. Llegaremos a vivir tanto el ahora que ni siquiera nos daremos cuenta de que las estamos aplicando.

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